martes, 22 de marzo de 2011

La desolación moral: Otra sacudida para Japón.

  Es impresionante ver, desde nuestras casas, la desolación resultante en Japón tras el temblor de tierra y posterior tsunami acaecidos hace ya casi dos semanas. Por un lado está la devastación material, más que evidente, pero por otro se encuentra la desolación personal, quizá menos evidente por las peculiaridades culturales de los orientales en cuanto a la expresión de sus sentimientos. Es por tanto, significativo, quizá más que en otras ocasiones, ver como algunos japoneses lloran desconsoladamente mientras tratan de encontrar algún resquicio de esperanza entre los escombros.

                                                                         Fuente: Periódico El País (www.elpais.com)


  A día de hoy, y en espera de las actualizaciones de datos que se producen a diario, los muertos ascienden a más de 8000 personas, en espera de confirmar cuál ha sido el sino de los más de 13000 desaparecidos. El país está desolado, material y psicológicamente. Y a todo ello se añade una presión más, como es el miedo a una posible catástrofe nuclear y a las consecuencias médicas y ambientales que ello conlleva.

  Tal panorama apocalítptico traerá consigo numerosos efectos negativos en el estado psicológico de los japoneses. Probablemente, ahora se encuentren en tal situación de alarma que estos efectos de los que hablo ni siquiera comiencen a manifestarse, pero sí es cierto que, tarde o temprano, muchos de ellos padecerán el llamado Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT a partir de ahora). ¿Qué es el TEPT?  Se trata de una serie de síntomas padecidos por personas que han estado expuestas a situaciones traumáticas y que han respondido a ellas con horror, temor o desesperanza intensos. Estamos, por tanto, frente a un TEPT masivo que provocará en sus víctimas pesadillas, reescenificaciones de lo sucedido, sensación de despersonalización, respuestas de sobresalto, hipervigilancia o malestar al exponerse a estímulos que recuerden la tragedia (de ahí que en Japón hayan detenido la publicación de un videojuego en el que se recreaba un grave terremoto en Tokio), por nombrar algunas de las posibles consecuencias. En los niños, esta sintomatología incluye, además, una conducta totalmente desorganizada y alterada.

  ¡Qué trabajo tiene por delante el pueblo japonés!. Además de reconstruír sus casas, sus barrios y sus industrias, tendrán que reconstruírse a ellos mismos. Les toca luchar contra esos fantasmas del pasado que, probablemente, los perseguirán durante mucho tiempo. Tendrán que esforzarse notablemente para combatir el miedo, ese miedo que es tan fácil revivir debido a las condiciones sismológicas de la zona... Sin embargo, veo los telediarios y me sorprendo. Pienso qué momento encontrarán para ocuparse de ellos mismos, para trabajar por curarse. Para ellos, lo primero es su comunidad y, probablemente, hasta que vuelvan a levantar Japón como el gran imperio que es, dejarán esos miedos y frustraciones aparcados. Para ellos, eso puede esperar. Será duro, muy duro enfrentarse cara a cara con los recuerdos porque, durante mucho tiempo e inevitablemente, la vida de millones de personas girará en torno al 11 de Marzo de 2011. Pero estoy segura de que lo conseguirán.


                                                 Fuente: Periódico El País (www.elpais.com)


  ¿Cómo créeis que reaccionaría una sociedad como la nuestra ante una catástrofe de este calibre? ¿Consideráis que tomaríamos la misma decisión que los japoneses, anteponiendo el bienestar común al bienestar personal? ¿Cuál es vuestra opinión con respecto a esta peculiaridad de muchas comunidades orientales?. Como siempre, aquí tenéis espacio para reflexionar sobre todo ello.

viernes, 4 de marzo de 2011

Del nazismo al Gadafi-nismo

  Probablemente, a muchos de nosotros nos parecía inexplicable que en pleno siglo XXI, era de las comunicaciones y del progreso, numerosos países que están más o menos cercanos a nosotros continuasen bajo un régimen de tipo tirano-dictatorial. Quizá ni siquiera nos hubiésemos parado a pensar la cantidad de personas que todavía continúan sometidas y reprimidas ante la voluntad de un personaje que se autoperpetúa en el poder a base de poner en  marcha la política del miedo.

  Probablemente, nunca hasta aquel día del mes de Enero en el que un cuidadano tunecino decidió quemarse a lo bonzo en forma de protesta contra su gobierno, ni siquiera sabíamos que un país como Túnez (culturalmente a medio camino entre el mundo musulmán y el occidental) vivía oprimido en una dictadura desde hacía 23 años. Tal vez ni hubiésemos imaginado que ese fuese el inicio del levantamiento de un país por cambiar su destino, y el inicio de un "contagio ideológico" hacia países vecinos que vivían una situación igual o peor que en Túnez.

  Cuando noticias como estas están de actualidad, resulta inevitable pensar todo lo que hay detrás de las políticas absolutistas. De todas ellas, siempre me ha interesado especialmente el grueso de investigaciones que han surgido con respecto a los movimientos fascistas eurpeos, entre los cuales destacó el nazismo. ¿Qué tuvo de particular el nazismo? En primer lugar, se daban unas circunstancias sociales óptimas para el emerger de un contagio social hacia la extremaderecha: un pueblo masacrado y cansado de las guerras e inmerso en un estado de resignación. En definitiva, individuos aislados, solos, que solamente necesitaban que alguien los guiase hacia una utópica recuperación. En ese momento surge un líder con una opción de cambio y con pretensiones de sacar a la patria, Alemania, de aquel estado de decadencia. Precisamente de ese estado decadente se aprovechó Hitler para crear un sentimiento de odio hacia cualquier ciudadano de alejado de su raza, calificando a todos aquellos individuos de raza no Aria como una especie de saqueadores de la patria alemana. Ahí comenzó todo: un dirigente confuso, narcisista, cínico y, probablemente, poco culto, pero que envió un mensaje claro al pueblo y se sirvió de los pequeños empresarios y comerciantes de clase media que veían como sus negocios se venían abajo. Ellos ayudaron a Hitler a llegar al poder.

  Otro hecho curioso lo constituyen los campos de concentración, lugares en los cuales los presos superaban en creces a los carceleros. Podríamos pensar... ¿por qué no se sublevaron?, ¿por qué, incluso, muchos de ellos eran convertidos en verdugos de sus propios compañeros y nadie intentó revelarse?. Numerosos factores eran los que contribuían a la causa más importante de todas: estos presos eran totalmente anulados como personas. Comenzando por un cansancio físico evidente (condiciones de trabajo duras y humillantes y escasa alimentación) y terminando por multitud de mecanismos en los que se fomentaba un comportamiento de obediencia extremo, pasando por una alienación personal destacable. Como no quiero extenderme demasiado, os invito a pinchar en este enlace y leer un experimento de Philip Zimbardo, psicólogo americano, que reprodujo allá por los años setenta una cárcel con nada más y nada menos que voluntarios encontrados a través de un anuncio, y que no sabían a qué tipo de ensayo se presentaban. ( http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_la_c%C3%A1rcel_de_Stanford ). Zimbardo escogió a los 24 más sanos psicológicamente y los dividió en dos grupos: carceleros y presos. Les entregaron un uniforme diferente a cada grupo y reprodujeron las condiciones de vida de una cárcel. Los resultados asustan: el experimento tuvo que ser suspendido por el grado de violencia sádico y humillante que estaban sufriendo los prisioneros, llegando incluso a sufrir problemas emocionales. Ninguno de los categorizados como carcelero pensó en dejar el experimento y, lo que es más sorprendente, ninguno de los encarcelados protestó ni intentó revelarse.
  ¿Hasta dónde llega la sociedad? Miramos los sucesos acaecidos en el mundo árabe y nos sorprendemos, nos parece casi de locos que todavía haya gente sometida ante un líder y no sean capaces de gozar de su propia libertad como derecho básico del ser humano. Sin embargo, considero que no estamos libres de volver a ello. los parlamentos de los gobiernos europeos vuelven a tener entre sus filas políticos de extremaderecha, cada vez hay mayor resentimiento hacia los inmigrantes, estamos inmersos en una crisis económica mundial que hace necesaria un reparto de los recursos... ¿Verdad que asusta pensar que se repiten los mismos factores que hace 50 años?. ¿Creéis que la humanidad se desarrolla por medio de ciclos y podemos volver a ver repuntar en un futuro ideologías extremistas rigiendo los países?. Por otro lado, ¿consideráis que esas revueltas de las que hablaba en el principio de este post tendrán sus frutos o generarán, por contra, más represión, como está sucediendo actualmente en Libia ?. ¿Véis alguna similitud entre Hitler y Gadafi?. Os animo a participar.